viernes, octubre 06, 2006

Natalia Alonso

Maquilladora y aguatera oficial a la hora de las actuaciones. Se la acusa injustamente de haberse memorizado las respuestas del “Carrera de mente”, solo por no querer reconocerle su sólida cultura general. La que más sufre frente a los cambios imprevistos de la lista de temas. Aunque calla más de lo que dice, tiene el molesto hábito de tararear melodías en forma constante. Actriz en formación. Lleva con orgullo su ser murguero, aunque desde hace un tiempo vista de civil.
Su sentido del humor puede pasar de envidiable a malísimo con total facilidad. Eso sí, una vez que ingresa en el camino del doble sentido, es imparable. Frente a tensiones y contracturas varias, sus masajes suelen ser los más solicitados por el resto de la comunidad percantera.
A pesar de la pequeñez de su boca debe controlar el volumen de su voz cuando canta: abajo, en el medio o arriba.
Su afán de colaboración la llevó a encargarse de las finanzas. Lo que se dice: “un tesorito”.

Ana Clara Pérez

Más conocida como Tata, su ilimitada capacidad imaginativa la lleva casi compulsivamente a la creación de las más extrañas estadísticas percantiles. Tiene la habilidad de confeccionar desde la nada misma, hermosas tarjetas de cumpleaños, lo que la obliga a acordarse de todos los onomásticos, todos! De su considerable boca sale una indiscutible voz grave, que está siempre presente en los arreglos de abajo. Su casa es punto de encuentro obligado a la hora de tomar la leche. Orgullosa Bahíense, lleva a su cuidad y al teatro en el corazón. “Siempre lista” para lo que haya que hacer, con su súper bici realiza las más variadas diligencias que La Percanta necesite. Generosa organizadora, además colabora en la tesorería. En el polo opuesto que Violeta, es la más joven del grupo.

Rocío Pérez

La voz más técnica y trabajada de todas. Sus años de estudio en el canto son un fruto del que, por suerte, todas se alimentan. Obsesiva del sonido, se encarga de ese aspecto ante cada presentación. La deformación de su nombre ha llegado a límites insospechados: junto con Violeta, Ana y Tata lucha en la categoría de mayor posesión de apodos. Su característico movimiento de manos hacia su propio pelo cuando canta es el gesto más festejado por el resto del grupo.
Verla bailar murga porteña puede ser una de las experiencias más graciosas que un ser humano puede presenciar. Tiene una marcada tendencia a la exageración, que solo se ve contrarrestada por su capacidad de calificar las situaciones más disímiles con solo dos palabras: “es raro”. Ama dormir, y desde hace un par de años, ama también a los animales, sobre todo a uno grandote posteriormente citado. Estaba a esto de recibirse Lic. En Letras; finalmente lo consiguió.

Celeste Gironi

Según el saber popular, la mas “rockera” del grupo. Aunque no se dice guitarrista, cuando encara la viola mete como loca. Sueña con que llegue el día en que la dejen tocar la percu. Y, aunque va por buen camino, sólo lo logrará (según se comenta) cuando muestre que puede tocar tambor sin olvidarse de cantar. Su mítica chaqueta negra y espíritu fogonero son características indiscutibles de esta morocha que logra bronceados envidiables. Se observa en ella una tendencia a reemplazar las letras de las palabras (sobre todo las v/b por la m) que le posibilita la creación de neologismos a diestra y siniestra. Más allá de sus propias quejas, cuenta con los graves más logrados. Adicta al “chufi” y a los “catoritos”, ama a los niños con los que trabaja con todo el corazón. Otra de las RR.PP de la banda.

Ana Sofía Stamponi

Música de alma, socióloga de profesión.
Detrás de sus característicos anteojos (pero no por eso escondida) hay una talentosa cantante. Posee, como casi toda su familia, un oído biónico que rogamos no pierda nunca.
Con la colorada forma un dúo especial: tienen el talento de discutirse arreglos en medio de los ensayos.
Sabe ser frontal o dulce según la ocasión lo necesite. Aunque ya posea el título de la más “catrasca” de toda La Percanta, pelea también por el de la más impuntual. Además de cocinar el Lemon Pie más rico del mundo, se encarga del envío de mails y las relaciones públicas del grupo.

Violeta Collado

Pasó de segunda a sobreprima en un abrir y cerrar de ojos, cuando se descubrió en ella una voz de agudos filosos.
Aunque se resista a demostrarlo, es la más “grande” del grupo. Colorada por adopción, es candidata a ingresar al libro Guinnes de los record en la categoría: mayor cantidad de palabras dichas por minuto. Creadora de la mítica frase “están listos para la emoción?!” lanzada sin el más mínimo reparo en medio de una presentación.
Insistidora permanente: Puede generar reuniones de extensa duración para el armado de la lista de temas. Suele amenizar veladas con las más extrañas combinaciones vegetarianas, que sólo son engullidas por ella misma. El resto prefiere pizza.
A un final de recibirse de periodista, se encarga de gacetillas y demás menesteres afines mientras despotrica por el poco tiempo libre que le deja su trabajo.

Ale Cohen

El primer percanto. El alter ego de esta historia. Un verdadero poli funcional. Eterno colaborador, percusionista, cantante, sonidista, productor, amigo, novio. Tremendo murguista encerrado en un cuerpo de "oso" tan grande como su corazón. Le canta al carnaval con una voz de segundo envidiable, aunque siempre quiso ser sobreprimo. Tiene la habilidad de deformar palabras o frases hasta convertirlas en chistes, que encima suelen ser graciosos. Creador de las primeras sombras chinescas pornográficas. Se dice que anda amurado a una percanta.

jueves, octubre 05, 2006

Alejandra Cañoni

Coordinadora general del grupo, su aporte es inconmensurable. Guía espiritual, vocal, creadora de arreglos divinos y afinadora del sonido percanto. Poseedora de una calidez y una paciencia tan, pero tan, grande que desconcierta. Tiene la difícil tarea de aguantar y de hacer cantar al grupo cada vez mejor. Comienza cada ensayo con una pregunta ritual: “pongo agüita para el mate?” Obviamente hasta que cada una no se toma uno, la tarea no empieza. Una rara avis en el mundo de la canción, la gente se pregunta cómo ha sobrevivido estos años a su propio talento para confundir sistemáticamente (sin repetir y sin soplar) todas las letras de todas las canciones.